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Las 10 señales de favoritismo en la empresa

10 de febrero de 2025

favoritismo emocional.com
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Cómo detectar el favoritismo en el trabajo?

El favoritismo surge cuando un jefe o líder otorga tratos, oportunidades o ventajas especiales a algunos empleados, de forma constante y sin fundamentos objetivos que lo justifiquen. Este tipo de conducta puede comenzar de manera sutil, pero sus efectos pueden ser devastadores para la motivación, la cultura organizacional y la salud mental de los trabajadores que se sienten excluidos.

Para reconocer el favoritismo, conviene prestar atención a la forma en que se asignan responsabilidades, se distribuyen recursos y se toman decisiones en el día a día. Es importante distinguir entre una preferencia basada en méritos (por ejemplo, cuando un empleado recibe un proyecto porque posee la experiencia adecuada) y una inclinación personal que no se relaciona con el desempeño o las necesidades reales del equipo.

A continuación, conocerás las 10 señales inconfundibles de favoritismo que pueden ayudarte a identificar si tu jefe está dando un trato desigual a algunos colaboradores. También profundizaremos en las consecuencias psicológicas y organizacionales de este fenómeno, así como en las estrategias más efectivas para enfrentarlo.

10 señales inconfundibles de favoritismo

1. Distribución desigual de tareas

Cuando observas que ciertas personas reciben casi siempre los proyectos más atractivos, creativos o de alto impacto, mientras otras están atrapadas en tareas rutinarias o con poca visibilidad, podría ser una muestra clara de favoritismo. Esta brecha en la asignación de responsabilidades no responde a criterios de experiencia o habilidad, sino a la preferencia del jefe. La consecuencia principal es que quienes no obtienen oportunidades de crecimiento se sienten desmotivados y, a largo plazo, pueden verse estancados en su carrera profesional.

2. Oportunidades de formación y promoción restringidas

En entornos competitivos, el desarrollo profesional es un factor clave de satisfacción laboral. Sin embargo, si notas que solo unos pocos reciben invitaciones a cursos, talleres o capacitaciones, o si siempre son las mismas personas las candidatas para promociones, es probable que exista favoritismo. Cuando las oportunidades de formación se concentran en un círculo reducido, el resto del equipo ve frenado su crecimiento y aumenta la percepción de injusticia dentro de la empresa.

3. Tiempo de calidad con el jefe

Las reuniones frecuentes y la comunicación constante con el líder pueden ser muy beneficiosas para quienes disfrutan de ese “tiempo de calidad”. Sin embargo, si esa cercanía no se reparte de manera equilibrada, se genera una diferencia notable en la visibilidad y el acceso a información privilegiada. Quienes carecen de esa interacción directa pueden quedar fuera de debates estratégicos, con menos ocasiones para mostrar sus ideas o recibir retroalimentación constructiva.

4. Feedback desequilibrado

Un liderazgo justo garantiza que todos reciban retroalimentación, tanto para reconocer logros como para corregir errores. Cuando únicamente un grupo selecto obtiene elogios en público y el resto solo escucha críticas (o, en el extremo opuesto, no recibe ningún comentario), el favoritismo puede estar presente. Este desequilibrio mina la confianza e impide que aquellos que no son “favoritos” conozcan sus fortalezas y áreas de mejora.

5. Falta de transparencia en decisiones

La falta de claridad al tomar determinaciones clave como ascensos, aumentos salariales o cambios de rol alimenta la sospecha de que existen preferencias ocultas. Cuando todo ocurre “a puerta cerrada” y solo unos cuantos están al tanto o pueden opinar, el resto percibe que no existen reglas claras ni procesos justos. Esta opacidad genera rumores, desconfianza en el liderazgo y resentimiento en quienes no se sienten tomados en cuenta.

6. Privilegios especiales sin justificación

Horarios flexibles, días libres adicionales o acceso a recursos exclusivos son beneficios que podrían encontrarse regulados en la política de la empresa, pero cuando solo se conceden a ciertas personas sin un motivo objetivo, se convierten en un indicador evidente de favoritismo. El problema se agrava si otros colaboradores también necesitan esos beneficios y no los reciben, creando un ambiente de competencia desleal y percepciones de injusticia.

7. Exclusión de la comunicación

En muchas organizaciones, la información es el activo más valioso. Si algunos compañeros reciben con frecuencia mensajes clave, invitaciones a reuniones importantes o actualizaciones críticas, mientras otros se enteran tarde (o nunca) de lo que ocurre, es posible que el favoritismo tenga un papel. Este patrón de exclusión, además de perjudicar la eficiencia y la coordinación, alimenta la sensación de que el jefe protege e impulsa selectivamente al grupo de su preferencia.

8. Protección ante errores

Cuando uno de los favoritos comete un error, tiende a ser justificado, minimizado o corregido en privado; en cambio, otros colaboradores pueden ser reprendidos de forma pública y severa por faltas similares o incluso menos graves. Este doble rasero deja claro que el jefe aplica reglas diferentes, basadas más en la simpatía personal que en el cumplimiento de los procedimientos o la equidad. La consecuencia más inmediata es la desconfianza generalizada en el liderazgo y la percepción de que no hay un criterio objetivo para evaluar el desempeño.

9. Relaciones personales evidentes

Es natural que puedan surgir amistades en el entorno laboral, pero se convierte en favoritismo cuando esa relación personal se traduce en decisiones laborales desproporcionadas. Por ejemplo, el jefe podría invitar a eventos externos únicamente a su grupo de “amigos” o tomar decisiones estratégicas junto a ellos sin consultar al resto. Esta dinámica consolida un círculo interno de poder y deja a los demás con la sensación de estar excluidos de oportunidades que podrían impulsar sus carreras.

10. Desinterés en el feedback de la mayoría

El éxito de los equipos depende, en gran medida, de la diversidad de ideas y la voluntad de escuchar múltiples perspectivas. Sin embargo, si el jefe solo atiende las opiniones de un pequeño grupo y descarta sistemáticamente las sugerencias del resto, es posible que se esté guiando por favoritismos o afinidades personales. Este comportamiento limita la innovación y desmotiva a quienes desean aportar valor pero se sienten ignorados.

Artículo recomendado: Qué hacer frente al favoritismo

Efectos psicológicos y organizacionales del favoritismo

El favoritismo impacta tanto a los empleados que se sienten perjudicados como a la dinámica general de la empresa. En el plano individual, puede desencadenar estrés, ansiedad, frustración y pérdida de autoestima. Aquellos que perciben un trato injusto tienden a cuestionar su valía y su lugar dentro de la organización, lo que puede derivar en problemas de salud mental a mediano y largo plazo.

A nivel organizacional, la falta de equidad mina la confianza en el liderazgo y reduce el compromiso de los trabajadores con la empresa. Ante una cultura donde prevalece la preferencia personal por encima de los méritos, la colaboración se rompe y aparece la competencia desleal, generando conflictos internos y un entorno tóxico. Además, la tasa de rotación de personal suele aumentar, pues los talentos que se sienten excluidos o ninguneados buscarán oportunidades más justas en otros lugares.

Cómo actuar si detectas favoritismo

Para enfrentar el favoritismo, es fundamental combinar inteligencia emocional con una comunicación asertiva. En primera instancia, es aconsejable reflexionar sobre el propio desempeño y asegurarse de que la percepción de favoritismo no esté sesgada por aspectos individuales. Reunir ejemplos claros y objetivos de esa conducta puede darte la base para dialogar con tu líder de forma constructiva.

Un siguiente paso es concertar una reunión con tu jefe, exponiendo las situaciones que has observado y cómo te afectan a ti y al equipo. En lugar de formular acusaciones directas, resulta más eficaz hablar de las consecuencias concretas que percibes en la productividad, la motivación y la satisfacción laboral. Si no obtienes resultados o notas actitudes defensivas, es recomendable acudir al departamento de Recursos Humanos en busca de asesoramiento y mediación.

También resulta útil proponer soluciones que fomenten la equidad. Por ejemplo, definir criterios claros para ascensos, establecer políticas de rotación en los proyectos y abrir espacios de retroalimentación regulares en los que todos los colaboradores puedan expresarse. Contar con aliados internos y documentar lo que sucede a lo largo del proceso puede servir de respaldo si la situación escala.

Por último, en caso de que tus esfuerzos no logren generar cambios y el ambiente se deteriore aún más, es importante evaluar si la organización realmente ofrece perspectivas de crecimiento y bienestar para ti. Priorizar tu salud mental y tu trayectoria profesional podría implicar buscar alternativas en otra área o incluso en otra empresa.

Conclusiones

El favoritismo puede manifestarse de manera sutil o notoria, pero en cualquiera de sus formas, erosiona la confianza, dificulta la colaboración y puede dañar gravemente la salud mental de quienes lo padecen. Aprender a reconocer las señales más comunes —como la distribución desigual de tareas, la protección ante errores o la falta de transparencia— te permite dar pasos concretos para afrontar la situación.

Es posible que enfrentar un entorno donde el favoritismo se ha normalizado resulte incómodo o incluso arriesgado. Sin embargo, al poner sobre la mesa los hechos de manera asertiva, buscar mediación y proponer políticas claras de equidad, contribuyes a la mejora del clima laboral. En última instancia, si no hay disposición para corregir estas prácticas, valorar un cambio puede ser la mejor opción para tu crecimiento profesional y tu estabilidad emocional. Tu talento y tu bienestar merecen un espacio donde se reconozcan y valoren sin condiciones.

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